Año: 1966
País: Francia, Suecia
Duración: 95 min.
Género: Drama
Categoría: Películas con valores
Edad: +13
Director: Robert Bresson
Guion: Robert Bresson
Música: Jean Wiener
Fotografía: Ghislain Cloquet
Reparto: Anne Wiazemsky, Walter Green, François Lafarge, Jean-Claude Guilbert, Philippe Asselin
Baltasar es un burro que crece apaciblemente al cuidado de Marie. Al llegar a la edad adulta su suerte cambia y pasa por diferentes amos que lo maltratan.
Con frecuencia se ha ligado a Robert Bresson con el jansenismo. El realizador francés, sin embargo, rechazaba ese calificativo para definir su obra a nivel teológico y lo limitaba al aspecto formal, donde prescindía de todo tipo de ornamentos. La pureza de su lenguaje cinematográfico también despojaba a sus actores de expresividad, siendo el espectador el que debe interactuar activamente, aportando sus propias emociones. Dentro de ese código fílmico, Baltasar se convierte en un modelo ideal, porque no actúa.
Esta parábola de Bresson cuenta la azarosa existencia de un burro, desde su nacimiento hasta su muerte. En torno a esta figura se despliegan otras historias, presentadas mediante una narración elíptica. Baltasar sufre un auténtico vía crucis, como víctima de los desmanes de la mayoría de sus propietarios. Es empleado para distintos trabajos e incluso participa en un circo, donde experimenta un breve momento de gloria.
La película realiza un paralelismo entre el trágico devenir de Baltasar y el de Marie. Tras dejar atrás su infancia, la chica, hija de un maestro, tiene una vida desordenada. Es pretendida por Jacques, quien la ama sinceramente, pero la joven se siente atraída por Gérard, un pandillero que la trata mal. Este drama rural muestra la pérdida de la inocencia.
El catolicismo de Bresson impregna de misticismo al film. Baltasar, con su nobleza, representa la gracia frente al pecado de los lugareños sin conciencia ni humanidad con los que se cruza. La alusión al tercer rey mago del nombre con el que le bautizan unos niños es una de las referencias bíblicas del personaje. En otra secuencia, Marie le coloca una corona en la cabeza, justo antes de ser asaltado y recibir una paliza a manos de Gérard y sus amigos. Cuando se acerca su fin sube a la montaña, que es el sitio de encuentro con Dios en la Escritura. En su Gólgota particular, fallece en una escenificación de una gran carga simbólica.
La santidad del burro -a la que alude Bresson- contrasta con los actos de personas absorbidas por lo material y por su maldad. Baltasar no es dueño de su destino. Al igual que Marie o cualquiera, no tiene control sobre el mundo que le rodea, pero preserva una serenidad y una pureza que el mal no consigue arrebatarle.