Robert Bresson

Muchas marcas tratan de focalizarse hacia aspectos que les distingan del resto. También algunos artistas buscan un estilo propio, mientras que otros son diferentes por naturaleza. Tan diferentes que no sé en qué estaría pensando Dino De Laurentiis cuando decidió trabajar con Robert Bresson en un proyecto sobre el Génesis. De Laurentiis, que tenía en mente una superproducción bíblica, se encontró con que a Bresson no le interesaba filmar a los animales que le había conseguido para representar el arca de Noé, sino las huellas que dejaban en la arena. Una idea que no sonaba precisamente épica. Su relación profesional acabó ahí y la película la rodaría John Huston con el piloto automático.

Bresson no entendía el cine como un espectáculo, sino como un medio para adentrarse en la trascendencia. Su mirada intimista forjó un estilo denominado bressoniano -eso sí que es tener un elemento distintivo-, que ha tenido una gran influencia en directores como Aki Kaurismäki, Éric Rohmer, Eugène Green o los hermanos Dardenne, entre otros muchos.

 

Pickpocket, crimen y castigo

Pickpocket es una de las cintas más valoradas de Bresson, incluso para algunos la mejor. A mí no me llega tanto como otras, porque me resulta difícil empatizar con su protagonista, pero las virtudes del film son indudables. Cuenta la historia de un carterista, llamado Michel, que ha elegido saltarse las normas y vivir por encima de la ley, desde una superioridad autoasumida frente a la sociedad.

El destartalado apartamento en el que vive refleja la desorientación de un tipo solitario, que apenas visita a su madre, pese a que es reiteradamente interpelado a que le preste más atención por la joven Jeanne, una vecina de su progenitora. Michel, sin embargo, ni utiliza sus cualidades para ejercer un empleo digno ni asume su responsabilidad como hijo.

Varios autores han señalado que el guion se inspira libremente en Crimen y castigo de Dostoievski. Más adelante, el cineasta francés tomaría como referencia otras obras del escritor moscovita, en títulos como Una mujer dulce.

 

Un estilo inconfundible

Bresson tenía una manera muy personal de concebir su oficio, más allá del entretenimiento o del beneficio económico. Tras el clasicismo de sus dos primeros largometrajes, con Diario de un cura rural da un giro que marcará sus posteriores aportaciones. Empezará a trabajar con actores no profesionales -a los que denominará «modelos»-, buscando la espontaneidad en sus interpretaciones.

Desarrolló su carrera al margen de la nouvelle vague, la nueva ola del cine francés. En Pickpocket ya estaban asentados los cimientos de un estilo austero, que prescindía de ornamentos y eliminaba cualquier atisbo de teatralidad, mediante actuaciones inexpresivas. Bresson, renunciando a los códigos cinematográficos comerciales, no nos dice cuándo conmovernos o indignarnos. Prefiere que sea el espectador quien aporte sus propias emociones. Tampoco ofrece demasiadas explicaciones, sino que basa sus narraciones elípticas en la fuerza de la imagen y el sonido.

Pickpocket

 

La huella del catolicismo

La fe católica de Bresson es uno de los principales pilares de su obra. Dreyer, Tarkovsky, Malick y él forman el cuarteto de grandes maestros del cine espiritual. Nadie como ellos, salvo en destacadas excepciones, se ha adentrado desde el séptimo arte con tanta profundidad en las cuestiones existenciales del ser humano.

A Bresson se le ha vinculado habitualmente con el jansenismo, algo que solo aceptaba en relación a los aspectos formales de sus cintas. Preguntado por ello en una entrevista para la revista Les Nouvelles littéraires, respondió: «También me han puesto otras etiquetas. ¿Jansenista?… Creo en la predestinación combinada con el azar. En el sentido de la austeridad, la falta de ornamentación en mis películas, ¡quizás! Un día le dije a Georges Sadoul: ‘para que pase la corriente, hay que pelar los cables'»1. El escritor Tim Cawkwell coloca, por encima del jansenismo, la influencia de Pascal2.

El cristianismo está presente, de un modo u otro, en muchos de sus largometrajes. Sin embargo, a partir de Mouchette pareció perder la fe en el hombre. Incluso un poco antes, en Al azar de Baltasar -donde todavía hay luz-, se advierte ese pesimismo de su última etapa, en la que retrató las consecuencias sociales del materialismo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Bresson fue prisionero de los alemanes. Seguramente esa experiencia marcó su obra cumbre Un condenado a muerte se ha escapado, donde reflexionó sobre los inescrutables caminos de Dios, porque el «viento sopla donde quiere» (Jn 3,8). En una conversación con Ronald Hayman, acerca de sus temáticas trascendentes decía: «… existe la sensación de que Dios está en todas partes, y cuanto más vivo, más lo veo en la naturaleza, en el campo. Cuando veo un árbol, veo que Dios existe. Intento captar y transmitir la idea de que tenemos un alma y que el alma está en contacto con Dios. Eso es lo primero que quiero transmitir en mis películas: que somos almas vivientes»3.

 

La gracia y el azar

La introducción de Pickpocket nos cuenta lo que va a suceder. Nos anticipa la enigmática redención del protagonista, un hombre débil que afirma haber creído en Dios solo durante tres minutos, a quien el azar y la gracia -por medio de un amor transformador- le llevan por sendas insospechadas. El relato nos dice que el amor de los demás puede ayudarnos a encontrar la salvación.

A veces, la vida nos conduce por extraños caminos para alcanzar aquello que deseamos o que ni siquiera habíamos soñado. Bresson planeó de joven una carrera como pintor que terminó antes de lo esperado. También se dedicó a la fotografía. Pero sus planes se frustraron y acabó convirtiéndose en uno de los cineastas más influyentes de la historia. Y es que el viento sopla donde quiere.


1. Bresson, R. (2015). Bresson por Bresson, entrevistas (1943-1983). Intermedio.
2. Hourigan, J. (29 de enero de 2005). Interview with Tim Cawkwell. robert-bresson.com. http://www.robert-bresson.com/Words/Cawkwell_II.html
3. Hayman, R. (1973). Robert Bresson in conversation with Ronald Hayman. The Transatlantic Review, (46/47), 16-23. http://www.robert-bresson.com/Words/TransAtlanticReview.html