5 estrellas
10
De dioses y hombres
Título original: Des hommes et des dieux
Año: 2010
País: Francia
Duración: 120 min.
Género: Drama, Histórico
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Xavier Beauvois
Guion: Xavier Beauvois, Etienne Comar
Música:
Fotografía: Caroline Champetier
Reparto: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin, Philippe Laudenbach, Jacques Herlin

Argelia, 1996. Ocho monjes cistercienses franceses conviven pacíficamente con los musulmanes de la zona, dedicándose a la espiritualidad contemplativa y al servicio a los demás. Cuando su seguridad es amenazada por las crisis internas que sufre el país, se verán obligados a decidir si continúan con su labor allí o regresan a Francia.

Xavier Beauvois adapta, de una manera inmejorable, los hechos reales vividos por una comunidad del Císter en Tibhirine. Los religiosos están trazados con maestría e interpretados por el reparto con una apabullante naturalidad. Somos testigos de su día a día, su relación con Dios, sus dudas y conflictos, su pasión por la naturaleza… y sobre todo de su amor, porque estamos ante una extraordinaria historia de amor, abierta a todas las sensibilidades, con independencia de las creencias de cada uno.

La película avanza con un ritmo pausado, en sintonía con el transcurrir diario en el pequeño monasterio. Por momentos se acerca al documental, especialmente en un inicio que muestra las tareas cotidianas de los monjes, de un modo similar a El gran silencio. Este estilo narrativo, unido a la ausencia de una banda sonora -más allá de los cantos de los cistercienses-, aumenta la sensación de realismo.

El relato subraya el humanismo y los valores interreligiosos de los monjes, constatados en el testamento espiritual del padre Christian, un emotivo testimonio recogido por el film. Por otra parte, asistimos a la angustia de unos hombres que, en su debate entre quedarse o huir, reflexionan sobre el significado y las implicaciones derivadas de su vocación.

El gran trabajo en la dirección del agnóstico Xavier Beauvois encuentra un oportuno complemento en la fotografía de Caroline Champetier. Aunque sea conocido el trágico final, Beauvois consigue que, al igual que los religiosos, no sepamos cuándo llegará su martirio. La intensidad del conjunto va in crescendo, orquestándose en torno a un colofón profundamente conmovedor y muy elocuente, sin necesidad de palabras. Este clímax redondea una obra que constituye una de las cimas del cine cristiano.

La producción tuvo un rotundo éxito en Francia, permaneciendo varias semanas en lo más alto de la taquilla y eso que, por sus características, no se trata de una cinta destinada a amplios públicos. En tierras galas, además, ganó tres premios Cesar, en las categorías de mejor largometraje, fotografía y actor secundario para el octogenario Michael Lonsdale. A nivel internacional, recibió el galardón de la National Board of Review a la mejor película en lengua no inglesa.

Previamente había obtenido el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, donde fue ovacionada durante varios minutos. Su distinción estuvo motivada, entre otros aspectos, por «la profunda humanidad de los monjes, su respeto por el islam y su generosidad con sus vecinos». El jurado también destacó «el sacrificio de los monjes de Tibhirine (Argelia), que eligieron continuar con su obra de paz a pesar de la violencia que se había desencadenado».

De dioses y hombres (fotograma)