Año: 1912
País: Estados Unidos
Duración: 71 min.
Género: Drama, Histórico
Categoría: Películas cristianas
Edad: TP
Director: Sidney Olcott
Guion: Gene Gauntier
Música: Walter C. Simon
Fotografía: George K. Hollister
Reparto: Robert Henderson-Bland, Percy Dyer, Gene Gauntier, Alice Hollister, Samuel Morgan
En 1912 Hollywood estrenó el primer largometraje de la historia sobre la vida de Cristo. Estamos, por tanto, ante una propuesta que supera la hora de duración y, además, lo hace con cierta holgura, pues su metraje ronda los setenta minutos. Si bien le separan pocos años de la película francesa Vida y Pasión de Jesucristo, se percibe una sensible mejora en la calidad de la producción.
Fue dirigida por el prolífico Sidney Olcott, en cuya filmografía figuran casi doscientos trabajos tras la cámara. El realizador se reservó el papel del ciego sanado por el Nazareno, mientras que la guionista, Gene Gauntier, igualmente tuvo un doble cometido, al interpretar a la Virgen María. Paradójicamente, el papel de Jesús en este film mudo recayó en Robert Henderson-Bland, porque a Olcott le gustó la forma en que su voz sonaba por el teléfono.
El equipo de rodaje grabó en localizaciones de Egipto, Siria y en Tierra Santa, concretamente en Jerusalén y Belén. Esta particularidad le da un especial valor a una obra ya de por sí importante a nivel espiritual y cultural. Asimismo, hay que destacar la conseguida recreación de los acontecimientos escenificados, cuya narración es fiel a los Evangelios, en líneas generales.
Quizá lo que más sorprende es que la cinta no muestre la Resurrección, terminando con la cruz, como el mismo título anticipa. Como colofón aparece un rótulo con las palabras que el Maestro le dijo a Nicodemo, recogidas en el Evangelio de Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
Del pesebre a la cruz fue muy bien acogida por el público, pero también suscitó bastante controversia, sobre todo durante su paso por el Reino Unido. Parte de esta polémica tenía su origen en la sensibilidad protestante de algunos sectores, que rechazaban la representación de Jesucristo en el cine, aunque no fue un hecho generalizado.