Año: 2024
País: Estados Unidos, Japón
Duración: 96 min.
Género: Animación, Aventuras, Comedia, Fantasía
Categoría: Películas infantiles
Edad: TP
Director: Kelsey Mann
Guion: Meg LeFauve, Dave Holstein
Música: Andrea Datzman
Fotografía: Adam Habib, Jonathan Pytko
Reparto:
Riley acaba de cumplir trece años y con su llegada a la adolescencia se produce un cambio brusco en su vida. A las emociones que ya tenía se unen otras nuevas que alteran su sentido de identidad, mientras se dispone a participar en un campamento para jugadoras de hockey.
Si con frecuencia el cine infantil ha mirado de reojo al público adolescente, en los últimos años han sido varias películas de animación sobre adolescentes las que no han dejado de lado a los pequeños, porque resulta muy rentable juntar en las salas a niños con sus padres y a adolescentes. Esto es lo que Pixar no pudo conseguir con Red por la pandemia -y por la limitada distribución de Disney- y lo que ahora vuelve a intentar con esta secuela de uno de sus títulos más icónicos.
Del revés es una de las joyas del estudio. Fue el fruto de conceptos muy bien plasmados y de una gran capacidad de riesgo. En esta continuación, sin embargo, el equipo dirigido por el debutante Kelsey Mann ha preferido ir sobre seguro y seguir explotando las virtudes de la primera, repitiendo un esquema argumental similar. La novedad está en la inclusión de nuevas emociones, justo lo que se redujo durante el desarrollo de la anterior, donde las dejaron en cinco para no complicar demasiado la trama.
La cinta inicia con una descripción rápida de las emociones en un partido de hockey de Riley. Luego asistimos a la abrupta aparición de varias emociones más con la adolescencia. La presentación de unas y otras resulta efectiva, pero cuando la historia llega al nudo empieza a percibirse que no va a tener el nivel de su antecesora, algo que era difícil, dicho sea de paso.
Entre las emociones incorporadas se lleva la palma Ansiedad, tanto por su diseño en un llamativo color naranja como por el desarrollo del personaje. A esto último contribuye el protagonismo que tiene, pues comienza a controlar a las demás emociones cuando Riley se adentra en terreno desconocido. A la entrada de la chica en una nueva etapa se unen dos retos: hacerse un hueco en el equipo de hockey y ser aceptada por las que podrían ser sus compañeras, algo que le preocupa especialmente al enterarse que sus dos mejores amigas no estarán en su instituto al año siguiente.
El film alza el vuelo en un final brillante, del estilo de aquellos que Pixar acostumbraba. No es ninguna novedad decir que hace tiempo que las películas del estudio han perdido la chispa. Y no solo por el hecho de que algunas de sus ideas no fraguasen del todo, sino porque producciones tan decepcionantes como Lightyear ni siquiera tenían el enfoque adecuado. En esta secuela, por suerte, se advierte algo de esa forma de hacer cine que revolucionó la animación en el pasado.