Año: 1999
País: Italia
Duración: 100 min.
Género: Drama
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Giuseppe Piccioni
Guion: Giuseppe Piccioni, Gualtiero Rosella, Lucia Maria Zei
Música: Ludovico Einaudi
Fotografía: Luca Bigazzi
Reparto: Margherita Buy, Silvio Orlando, Carolina Freschi, Maria Cristina Minerva, Sonia Gressner
Mientras sor Caterina camina por el parque, se le acerca un desconocido y le deja a su cargo a un recién nacido que acaba de encontrar. El hecho de sostener al indefenso bebé en sus brazos despierta el instinto maternal de Caterina. Por eso, no satisfecha con trasladarlo al hospital, comenzará a buscar a sus padres. Su única pista le llevará hasta Ernesto, el dueño de una tintorería en la que trabajó la madre.
Esta deliciosa película italiana nos presenta a tres personajes muy distintos, cuyos destinos se entrecruzan. En primera instancia aparece en escena una religiosa, muy próxima a tomar sus votos perpetuos, que se implicará emocionalmente en el asunto del bebé. Su contacto con el pequeño, inesperadamente, le recuerda aquello que debe dejar atrás para seguir con su vocación.
En su investigación, la novicia conoce al propietario de una tintorería, un hombre arisco en un primer momento, por el que es inevitable sentir afecto más adelante. El brillante guion indaga en su soledad, exponiendo lo difícil que le resulta no poder compartir su existencia con nadie. La necesidad de contar con el apoyo de alguien, de ser escuchado, se la proporciona Caterina durante su conjunta indagación sobre el paradero de los ascendientes de la criatura.
También sabemos acerca de la joven que abandona a su hijo, cuya vida está desestructurada y carente de referencias familiares. Sin embargo, su presencia es menor, ya que el relato gira en torno a Caterina. Esta aún tiene tiempo de dar marcha atrás con sus votos y su madre estaría encantada de que así fuera, al no comprender las motivaciones de una hija que, lejos de satisfacer los deseos maternos, siempre estuvo convencida del camino elegido.
Las circunstancias obligarán a la aspirante a monja a replantearse su futuro, porque le cuesta renunciar, más que a otras normas, a formar una familia para poder dedicarse por completo a Dios. En este punto, la cinta se desmarca de la trivialidad que podría haber tenido el argumento, desplegando una historia de verdadero calado, sobre la complejidad que conllevan determinadas decisiones.
Las actuaciones de Margherita Buy y Silvio Orlando son perfectas, cargadas de silencios que hablan por sí solos. El director Giuseppe Piccioni, por su parte, muestra la congregación a la que pertenece Caterina de un modo genuino, con algunos toques del recurrente humor del largometraje y siempre con gran sutilidad. El lirismo que Piccioni imprime a la propuesta encuentra su oportuno complemento en la banda sonora del pianista Ludovico Einaudi. La inspirada partitura del compositor se ajusta al tono de esta pequeña joya, un drama conmovedor capaz de calar muy hondo en el espectador.
El film fue premiado con numerosos galardones, entre los que destacan sus cinco David de Donatello italianos (mejor película, actriz, guion, montaje y producción) y el Gran Premio Especial del Jurado -ex aequo- en el Festival de Montreal.