Año: 2006
País: Rusia
Duración: 112 min.
Género: Drama
Categoría: Películas cristianas
Edad: +13
Director: Pavel Lungin
Guion: Dmitri Sobolev
Música: Vladimir Martynov
Fotografía: Andrei Zhegalov
Reparto: Pyotr Mamonov, Viktor Sukhorukov, Dmitri Dyuzhev, Yury Kuznetsov, Viktoriya Isakova
A escasos metros de un monasterio ortodoxo habita el eremita Anatoly, un monje atormentado por un asesinato que fue forzado a cometer en el pasado. Aunque su peculiar comportamiento despierta suspicacias entre los hermanos de su comunidad, personas de distintos lugares le consideran un santo y acuden a él en busca de ayuda.
Este hermoso drama nos cuenta la historia de un religioso que trata de expiar sus pecados, prescindiendo de todo aquello que le impide vivir plenamente su fe. Anatoly es un místico, un eremita mugriento y un santo con apariencia de loco. Desde hace treinta años es perseguido por el remordimiento y la angustia sobrevenidos tras un mal acto, pero a ojos de Dios su falta ha debido diluirse ante su sincero arrepentimiento, pues le han sido otorgados dones para realizar milagros, exorcizar demonios y ver el futuro. Esto no parece mera casualidad en un hombre sencillo de corazón y una especie de juglar que, con unos métodos muy particulares, procura separar a sus hermanos de los bienes y las vanidades que les alejan de la salvación.
El ruso Pavel Lungin estuvo detrás de la realización de esta película, cuyo denso contenido espiritual es expuesto a través de una congregación ortodoxa, formada por monjes imperfectos, que buscan estar en comunión con Dios. El relato presenta secuencias tan brillantes como la desarrollada, en los compases iniciales, a raíz de la solicitud de auxilio de una joven a Anatoly. Este se anticipa a la petición apareciendo en escena con algo bajo su túnica, que emula a una embarazada, e intenta exponer a la muchacha lo perverso de sus intenciones, anticipándole el daño que se haría a sí misma y a su propio hijo.
Los desérticos paisajes nevados, de las bellas localizaciones rusas de la cinta, están espléndidamente fotografiados en tonos azules por Andrey Zhegalov. Como dato curioso, señalar que la única opción que albergaba el director para protagonizar el largometraje era Pyotr Mamonov, un antiguo cantante y guitarrista de un grupo de rock, convertido al cristianismo y retirado a vivir en un recóndito paraje. Si bien el intérprete se negó en un principio, más adelante pidió consejo al sacerdote de su pueblo y este le animó a aceptar el papel.